sábado, 8 de mayo de 2010

INCAPACIDAD MATERNAL

Una vez alguien me comentó que para saber si tenemos la madurez suficiente como para tener un hijo, primero debíamos cuidar de una planta. Si esta florecía, el paso siguiente sería ocuparse de un animal; y ya finalmente, si nuestra mascota sobrevivía a nuestros cuidados, sería el momento idóneo para enfrentarnos a la ardua tarea de tener un bebé.


Pues bien. No es que me esté planteando ser madre ni nada por el estilo, pero lo cierto es que me preocupa enormemente mi incapacidad maternal. Me explico...


Primera experiencia:la plantita


Hace un par de años,mi padre me regaló unas hermosas azaleas de tonos rosáceos por mi cumple. Me hizo tanta ilusión, pues era la primera vez que mi padre me regalaba algo por si mismo y no por mediación de mi madre, que me propuse convertirme en una gran jardinera y cuidarlas con mucho mimo y cariño.


De esta forma,coloqué las azaleas en mi ventanita para que les diera bien el sol, las regué amorosamente todos los días y las hablaba de forma dulce y cariñosa. Incluso llegué a cambiarles la tierra por si las pobrecillas no tuvieren suficientes minerales en el abono que traían de la tienda.


Y de nada sirvió.Las malditas iban muriendo poco a poco y cuando quise darme cuenta, lo que antes fueran unas preciosas azaleas luminosas y llenas de vida había pasado a convertirse en algo similar a dos boñigas de vaca entrelazadas


Segunda experiencia: mis mascotas


Decir que mis padres son enemigos acérrimos de los animales. No es que vayan escupiendo a los perros por la calle ni nada por el estilo, pero en mi casa jamás se planteó la posibilidad de tener una mascota pues, entre otras cosas, mi madre apreciaba en demasía sus cortinas, visillos y demás utensilios del hogar.


Sin embargo, una vez conseguí introducir de “strangis” en casa nada más y nada menos que tres mascotas!!! Concretamente tres asquerosos y repulsivos gusanos de seda!!!


Resulta que un niño de mi clase había decidido repartir su ejército de gusanos entre todos los compis y claro...yo no podía quedarme fuera de ese enredo. Así fue como conseguí mis gusanitos y convertí una vieja y agujereada caja de zapatos en su humilde morada.


Sin embargo, pronto me percaté de que mis tres gusanos no eran como los demás. Yo les tenía mucho cariño pero ciertamente les consideraba un poco inútiles, pues mientras mis compis regresaban al colegio con capullos brillantes y amarillos (que por cierto recordaban a los cereales miel-pops de entonces) mis gusanos no tejían ni un mísero hilillo de mierda.


Y lo que es peor: en menos de una semana me los encontré convertidos en cadáveres. Pensé que me habían entregado adrede gusanos defectuosos o que habían muerto de vagancia extrema por no querer trabajar en sus respectivos capullos que les convertirían en bellas mariposas; pero lo cierto, y esta es la cruel realidad, es que yo fui la responsable de su fallecimiento.


Por lo visto murieron de hambre por mi culpa, pues no valía con darles de comer lechuga (hermosas hojas que les colocaba en su madriguera de cartón) sino que ellos se alimentan única y exclusivamente de hojas de morera (de estómago delicado me salieron...)


En fin, sea como fuere y como muy bien se ha encargado de observar la Pichu-traficante, en verdad yo no he de traumarme por esta historia pues ya he disfrutado durante tres años y medio de mi propio gusano posteriormente convertido en capullo integral. Así que en este sentido... trauma superado!!


Eso sí... pobre del fruto que salga de mi vientre jesús!!





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